XXV
“La voz.
Se escucha… ¿o no se escucha?
No entiendo lo que oigo. Por más que me disponga a escuchar no puedo figurar. El llanto, eso es lo que parece, no intenta luchar. Ningún esfuerzo aparenta solo se deja morir.
Eso es lo que escucho.
Pero ya no quiero saberlo. Intento satanizar esa presencia. Bueno… eso es lo que intento. Pero sin resultado algPodría decir que toda mi vida es un instante. Pero chocaría con la idea de los múltiples momentos que divergen al instante ese. Es probable que se halla resumido todo a un solo sentimiento. El odio y el amor no son apropiadas facultades que en mi fluirían. Todo intento de poder acogerles sin apatía ha sido en vano. Salvo el conocimiento que posteriormente me levanta evocando un designio que quizás nunca sea cierto o exista. Sin embargo puede germinar en mi mente la circunstancia de que no era justo el instante.
En cada instante de mis días los sentidos marcan mis actos a base de recuerdos.
No creo ser un esquizofrénico puesto a que mis actos marcan la diferencia desde lo sustancial hasta…
¡¡Dios!!
Pero una eventualidad en mi corazón me susurra que podría morir en mis recuerdos. Pero mi auto homicidio podría ser o ya fue frustrado por un instinto de paramnesia que es mi sombra desde mi primera muerte.
Para no caer en la desgracia mi locura accedía a esclavizarse. Usando el método más patético de matarse así mismo. Retórica.
Es muy triste que la vida solo sean instantes que se quedan atrás. Presentes que se pierden en la memoria.
Considero y lo creo, que los recuerdos son las balas ardientes que te atraviesan las entrañas. Que ametrallan la realidad a pesar de que por más que aclames piedad no te será atribuida, Porque así lo pediste.
Las memorias de mi vida son del conocimiento en general que leyese estas palabras. Y en quienes radican diferentes perspectivas. Pero evocarlos suma claridad a esta masacre. Una hecatombe que siempre fue mi pasado. ¿Inspirada en quién? …
….
Solo son recuerdos ahora.
Llantos que se ahogan en el silencio. Gritos que jamás serán escuchados por quienes los causaron. Ideas y fantasías que se perderán en las tinieblas del vacío que cae en el abismo. En donde no se escuchan auxilios. Donde yo miro el marco de un espejo sin base sumergirse para siempre jamás en las sombras. Dejándose evaporar.
XXVI
Buscaría la explicación….
El haber caminado tantas millas. Tantas cortinas de tinieblas que en mi sendero aparecían. Inevitable también pensar que mis aventuradas narraciones te sacaron de mí pecho y conciencia suprimiendo tu actitud. Borrando eso que me unió a ti. Reemplazándolo por un libro que leí atento hace dos meses. O quizás no un libro sino unos víveres que comí hace una semana.
¿Se asimilaría la respuesta a esto?
Abrir los brazos al cielo. Y pedir a las estrellas y la luna una respuesta. Una razón de esto que me incomoda.
A los árboles, al viento. Pero ellos no responden. No me escuchan. ¿A quién le hablo entonces?
Puedo también declarar, lo tengo que hacer porque eso es lo que necesito creer, que quizás pudo no haber caído al vacio el evocarte. Más aun creo que no fue un simple libro el que leí en aquel momento. Sino una obra maestra que exprimió mis sentidos desequilibrando mi juicio. Apartándote de mis ideas. Quizás no fueron solo los víveres, pudo haber sucumbido en mí la debilidad de un largo y extenuante día de obrasiones y faenas sin probar bocado alguno a la presente, en aquella noche tan oscura.
Prefiero creer que aun te amo. Aun ya no sabiendo quien eres. Prefiero que mi corazón lata aun por alguien, sea que la muerte misma me la hubiese arrancado, sea que mediante alguna referida cábala, creencia cualquiera, te me arrebatase del alma, o que nunca allá existido.
¿Cómo es posible que te este olvidando? ¿A qué se deberá?
No quiero seguir pensando ni distrayendo mi voluntad de amarte. No sería justo que le pusiese más reparo al porque mi mente se decide a tomar sus propias decisiones. Pues él no debe de tener tanta independencia. Ya es demasiado en creer que por el mi cuerpo se conduce. No quiero creer en los impulsos eléctricos y menos de que mi amigo durmiente casi no se da cuenta de nada a su alrededor. Pero por que no despertarlo. Porque no decidirse a reclamarle que ya basta y que soy yo quien manda.
¿Por qué duerme? ¿Ya no es suficiente? Dormita desde mi nacimiento el subconsciente. Y no pretende despertar. No es concebible tal disparate. Pero quizás…
Estaría bien despertarlo y decirle que se largue. Sería conveniente que sea el corazón el guía. ¡El corazón ya ha cometido demasiadas faltas! Como prestarle mi ser a un ente que no tiene ni control sobre sí. Que no he domado aún.
La memoria y el subconsciente no son de utilidad. Para que sirven sino para recordar. ¿Y qué quiero yo recordar pues? Solo amar deseo.
…pero. ¡¡Que cosas digo!! ¿Y la razón? ¿Qué pasa hay? ¿...y los recuerdos? ¿No es necesario recordar a alguien? ¿No es primordial saber a quién amas? ¿Y a quien amo yo?
¿No amaba yo a alguien? ¿Y su imagen a donde se fue?
¡!! …pero no era de esa persona de la que hablaba yo. No recuerdo nada. ¿De qué cosas… que cosas decía?
¿En realidad exististe?
Como es posible que esté perdiendo a alguien que existió. ¿O es que te estoy perdiendo?
No puedo percibir de quien se trataba. Por alguna razón no sé quién eres. Tengo una vaga idea y puedo razonar que lo que acontece es que te estoy perdiendo. Que tu imagen se desvanece indetenible.
Puedo creer en ti como un tenue sueño. Así creeré. Como en aquel piano que misterioso asía fluir sus notas desde lo profundo del misterioso océano. Y mi presencia allí sumergida. Confundido diré pues. Porque tanta profundidad lejos de la acogedora superficie y tan poca agua para sentar ideas en el abismo me hacían producir las más aterradoras ideas acerca de la procedencia de aquella tan bella pieza musical. Tan hermosa y tan propia de mí. Pues mi corazón no sentía ajeno el sonar de la profundidad, al contrario se hacía carísimo a mi corazón. Tener tu sinfonía en mis profundidades sin saber quién eres no deja reposar en mí una conclusión coherente.
Fingir que no está pasando nada en mi oscura mente, es decirle a EL que todo está en buenas manos aquí abajo. Teniendo en cuenta todo lo que aquí esta se lo está llevando el otro bando.
¿Quién se supone que eres?
¿Porque sigues aquí?
¿Porque insistes en seguir vociferando algo que ya todos han escuchado?
¿Todos te han escuchado? Menos yo porque no lo recuerdo.
Quizás ya no sé quién eres, pero si se cuánto te amé. Y la sola presencia que aquel hecho no matara jamás la idea de querer amar a alguien que como yo sepa esperar un leve flujo.
XXVII
Tu sin tener la mas mínima intención, sin siquiera poder predecir lo que se eventuaba entre las tinieblas pasaste a concederme el derecho de materializar en mi mente, asiendo hincapié en el subconsciente, la verdadera posibilidad de lo que se iba, sin remedio alguno, a desnudar frente a mi conciencia que se mentía así misma.
Pero fue necesario ponerle un alto a tanta red de mentiras. La incertidumbre que soplo tal cual una tormenta en mi pecho se veía vaticinarse en reversa.
“Más dolor que aquel. Más pena que aquella no hubo”.
Después de haber terminado lo que para mí era inevitable continué mis pasos torpes asía el vacío. Continúo a la soledad en la profundidad de la eterna oscuridad para llorar como no había yo llorado el corazón. El llanto mío propio. Lagrimas que por más que trate de no derramar en el trayecto para que nadie me viese fue inútil. Fue vergonzoso, o ¿acaso eso importaba? Esas gotas de mi miseria que me sumergían en la totalidad de la crueldad. No pude generar una posibilidad de crear un escape. Solo derramar mi inconformidad y desigual con el destino. Gota a gota. Llanto a llanto.
Fue de un iluso mofarme de la infelicidad y de la realidad. No pude deshacerme del amor desbordante que mis ojos arrojaban sobre mis palmas. No escuchaba nada más solo el pálpito de mi corazón en el centro del fin del ser y el llanto que de mi garganta salía. Dolido porque no fui engañado. Porque mi deseo de continuar aquella gran mentira hubiese llegado a su desenlace.
El miedo de que mis sueños y mi amor no fuesen correspondidos se alzó sobre las nubes opacándolo todo. Y derribándose sobre mí los escombros de la vergüenza. Esa vergüenza de que todo lo que hice en aquel lapso de mi vida había sido por ella. Que todo fue una burla. Lo cuanto sudaba frente a su imagen. Lo tanto que la idolatraba me daba vergüenza. ¿Importaba?
Las lágrimas siguieron cayendo hasta mis pies. Las veía caer, opacas, muy lentamente mientras me maldecía a mí mismo, mientras me rebajaba en lo poco que de mi quedaba. Poco quedaba pues completo ya me había yo entregado a ella. Solo un trozo imperceptible quedaba de mi existencia. Nada que mostrarle al mundo ni a Dios.
Mis propios demonios me sujetaban blandamente. Tocaban mí cuerpo con total celo pues ya ese residuo de la nada era completo de ellos. Su ínfimo tesoro.
Quizás afuera brillaba el sol. Pero dentro de aquel envase hueco había una tormenta funeral. Sumergida en la negrura.
Huía lo más pronto llorando y amándote. Aunque mis pasos eran tenues y mi temple seguía frio. Afanado por ocultarme en el silencio. Para guardar mi humillación de mí mismo, de ese que en mis ojos se reflejaba en el espejo. Llorando nada más porque no me amaste. Queriendo anhelar que eso se pudiese borrar. Pero no. Ya la pena estaba hay. Imborrable. Inolvidable.
Sentimientos… todos fulminando semejantes.
Cuando aquellas palabras salieron cubiertas por su melodía en su voz, apenada. Tímida. Mis emociones iban de un lado a otro. Lo posterior se me ase insignificante. ¿O acaso más que insignificante?
Los momentos. Me refiero a los segundos, minutos, y a lo que se le pudiera llamar hora, yo le nombraría EÓN. Es más apropiado a la atmosfera.
No fue hasta caída la tarde que despertó mi subconsciente para ver lo que había pasado. Fue ahí cuando desmayo la calma y solo sobro una marejada de sal.
Fue la sombra caminando por mis venas. Conversaba con mi corazón, hasta hay había llegado. Le hablaba de la luz. Le platica que es frágil y anexa a la traición. Muy propensa a sí misma. Anunciaba como en las cuevas del infierno los hombres no eran heridos. Como sus heridas eran lamidas por sus moradores originales. Los sentimientos. La posibilidad de volver en el tiempo cada vez que se me pudiese ocurrir. De cómo el fuego cercenaría mi corazón con el filo de sus llamas para no latir más.
Mi subconsciente ya no batallaría más. Ya conocía la verdad y solo le quedaba inclinarse a merced de otro engaño y pactar con el hades.
Solo me entregue al mal y le rendí culto a la infelicidad esperando que todo a mi cercanías muriese. Y que así todo árbol dejase caer toda hoja, y que cualquier rosa o fruta, y todo el océano se quemase y que las nubes fuesen negras.
Sin embargo la decepción seguía clavada allí. A pesar de que el mundo habría sufrido mi apocalipsis aún se avistaba una longeva vara cubierta en la oscuridad. En medio de rayos y brisas huracanados. Que arrancaban los cadáveres de milenarios árboles. La vara tan expansiva seguía allí cumpliendo con una bandera. “Decepción”.
El mundo estaba vacío y todo había muerto. Cubierto por una tormenta que no cesaba nunca. Solo yo. Con lágrimas en los ojos. En medio del horizonte… de la nada alojada de cavernas en la tierra. A pesar de todo mi mundo ya no era nada.
Pero y este mi miedo…
Esta desconfianza aislante…
Continuaba la pena. Más inmensa y peligrosa que antes. Seguía hay a pesar del todo lo pactado.
Mis ojos ya no se veían ni en el afán. Todo estaba peor.
Pero ya era tarde. Ya no había nada. Y yo estaba solo en medio de todo aquel infierno. No habían mares, ni cielos, ni árboles, ni la luna y sus custodias, ni tierra había. Estaba solo. Llorando. De rodillas y con las manos en mis ojos. Dolido. Apenado. …realista.
Sin más mentiras.
Como extrañare esas fantasías. Como veré al amor ahora. Que le espera a quien viene.
“Pero sigues ahí, Cuidando de ti misma. Y yo… aquí, Cuidando de mí. Ajeno”.
Un día de negros y simulados blancos. El día en que mis sentimientos se muestran y mi corazón los acoge. Ese día de lluvia mí yo regresa de vuelta a mis vidas pasadas. “Mis vidas pasadas.” Mis amores perdidos.
Como lo siento, pero en este día es cuando mi corazón abraza dolido a sus cercanos. No los abandona. Por más dolor que estos le causen pues ellos le necesitan aun.
Esa lluvia que me trajo tantas lágrimas. Justamente una de esas fue el trasfondo de varios decepciones.
Esa lluvia que se ve por la ventana desde donde estoy. Las gotas que con mucha prisa resbalan por las hojas. Lagrimas del cielo, que ángeles dejan caer por observar mi vida.
Tan poca y tan mucha.
Como lo siento pero no puedo serrar los ojos y pensar en alegría con tal lamento abrazando la tierra del otro lado de las ventanas.
Tantos grises son el amor. Escuchar sus gotas caer e incluso respirar su aire.
¡Cómo se estremece mi cuerpo!
¡Cómo no puedo dejar de amar! Pero solo amado ya fue, ahora ya no amo más. Yo no puedo más. Ese lamento que recorre las nubes y se desmaya sobre las tierras aclama amor. Pero tal sentimiento fue sepultado bajo una lluvia hace ya un tiempo. Solo me duele lo viejo. No existe pena nueva, solo los sentimientos de ayer.
Como lo siento pero ese día me marco para siempre. Ya no creo en felicidades. Ni en gozos.
¡Como podría ser…!
Mis ojos siguen llorando. Mi corazón sigue llorando. Afuera aún sigue lloviendo.
Un día tan triste. Tan gris, tan negro. La forma de mi cara ya se ha torcido. Y llevo mis manos al pasado. Tapando la boca.
¿Cómo puede un hombre llorar así? Humillarse ante el silencio así. Mis ojos no podrían haber perdido su color.
Miles de gotas cayendo desigual. Asimilares. Causando una sinfonía única. La de la amargura. La lluvia. Las nubes siendo soplada por el viento. Como lo siento…
Pero desde la habitación en la que estoy… aquí es más oscuro. Más tenebre. Lo oscuro de este lugar es envolvente.
Por más que quiera olvidar no puedo. Mientras caiga más llanto del frágil Cielo la pena no se acabara en mi corazón, mi corazón seguirá abrazando sus penas. Sus miedos.
XXIX
Amanecer juntos. En vueltos en las sabanas finas de aquella cama.
Esa fue la lejana imagen que mi mente evoco después de tanto tiempo. Al despertar de mi sueño eso fue lo primero de lo que me percate. Una cama. No la misma de aquel tiempo. En la que solo estábamos yo y mi pensamiento. Cerré los ojos y ella apareció.
Imparcial como la naturaleza. Ajena a los sentimientos de aquellos.
En aquel lecho en el que reposábamos del cansancio propicio. El algodón que nunca se hubiese imaginado por su propio juicio estar presente.
Tras de ti que se arremolinaba una tormenta de placer que arremetía sin prejuicios asía las paredes. Imaginar que la brisa restaura tu cuerpo de luna.
Que lenta la oscuridad.
Que oscura tu mirada de misterios.
El amanecer de mis penas fue secuestrado por el ocaso que nos juntó ayer. En esta mañana no hay soledad entre las frisas y mi carne. Ya no me afano por buscar tu trecho. Los rayos del sol se sumergen en la inmensidad de mis ojos. Fluyendo por la cascada. Recorriendo las vertientes a los pies de los monumentales pensamientos. Ahí me hallo yo ahora, no en mi habitación, sino remando por las aguas ligeras.
Navegando para apreciar. Pero no importa ya que te vea surgir de las profundidades del rio, ya no merece la pena que me exalte. Ya no es necesario que desconfiara de tu presencia. Te conocí anoche. Te moldee a nuestra fe. En lo que de verdad creíamos. Surgiste del rio y rompiste el fluir de la contra corriente, demostrándome que eras concreta e incorrupta. Elevando hasta los cielos el rugido del arroyo.
Rompiste las barreras de mi mente con solo la sabana cubrir la mitad de tu exhibición. Con tan solo respirar y mirarme susurrando al tiempo en que caía rio ya hecho cielo sobre nosotros.
Ya deja de ser imprudente hacer caso omiso de lo placentero que fue machacarte.
Es muy prudente reparar en lo que fue tu aleteo sobre mí.
Pero no fue ayer ni fue la mañana, sino mi subconsciente impotente al sentir tu lejanía. Creo que me pondré loco. Pero no hoy. Aún falta tocarte más. Aún falta emprender la búsqueda para recuperarte.
Para traerte de nuevo después de no haberte complacido. Buscarte y complacerte. Susurrarte que en verdad la razón la posees tú. Y cantar una canción, porque esta vez no solo quiero ser quien la escriba para que otro te la cante, quiero entonarte las circunstancias.
Influenciar en las brisas del este, del norte y del sur, que en la eternidad no existe los hombres ni las mujeres sino la unión de ambos. Un solo ser que permanece completo. Perfecto.
Que cierto es que sus regulares pechos no estarán más lejos de mí. Que conviene ser uno. Y que si muero solo en mi lecho no tendré lugar allá. No te tendré a ti. Sin embargo no pondré fin a mi empeño. Y la gran jornada se pondrá en su propósito.
Porqué te quiero decir lo que anhelabas oír. Lo que de verdad es. Porque te quiero decir lo que no pude asimilar hasta que era muy tarde.
Porque ciertamente te diré que no eres única. Porque ciertamente no eres perfecta. Porque ciertamente te diré que no te amo. Y por consecuencia, divina consecuencia, ciertamente te declarare que eres la indicada para mí.
Pero por divina que es la consecuencia, repercuta tu perdida. Pero sigue siendo divina, así hablare con los algodones y con la brisa, y daré con pues mi mitad.
Pues es en la eternidad donde seremos. Es ahí donde en verdad nos conoceremos y amaremos.
Porque te quiero decir para siempre…
Aunque mientras tanto llega, Seguiré amándote en nuestro lecho. “Amaneciéndote”.
1 comentarios:
oh my God!!!! volviste a publicar y me encanta!!!! gracias por regalarnos de tu arte, de verdad que eres un gran artista @.@
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